viernes, 31 de enero de 2014

Van perdiendo la esencia y la personalidad


Hace mucho tiempo me tocó hacer un viaje a una parte remota de la isla, de esos lugares que cuando llegas sientes que retornaste a los origines de todo y sientes un sentimiento leve de reencuentro con tus antepasados, vi las casitas de madera fabricadas con materiales del lugar las cuales tienen una singular distribución, frente con galería, habitación principal, habitación normal, cocina, patio comedor y al final el baño o la letrina, todo conjugado en un tremendo paisaje que permitía tener un espacio privado, no faltaba alguna que tuviera un corral y la mayoría con un frondoso árbol que hacía más hermoso el paisaje y ofrecía su sombra en los días de sol y calor. Que deleite para los ojos del visitante y que ganas de volver se le quedan a uno cuando ha caminado por esas calles, se ha sentado en el parque y ha podido conversar con los lugareños.

El tiempo pasa y llegan las motos, los carros, el cable, los “colmadones” y el cemento que va cancerígenamente sustituyendo a las casitas históricas, las que se van quedando solo en la memoria de los que una vez tuvimos la suerte de verlas y cuando regresamos encontramos los colores de mal gusto y brillantes en los letreros de las Bancas de lotería que al parecer se multiplican como conejos y el ruido ensordecedor que mutila la paz de todos, atrás quedaron las razones de volver y la alegría de saber que en algún lugar quedaba la esencia de nuestros origines, solo queda del deseo de marcharnos lo antes posible pues de nada valió hacer un viaje tan largo para encontrarnos con los mismos males que quisimos dejar.



Con esto no quiero decir que el avance no llegue a los pueblos, ni tampoco que las comodidades de la vida moderna no las deban disfrutar, lo que quiero decir con toda la autoridad que me da la ignorancia es  que estos pueblos intentan adoptar el modelo citadino y en la copia absurda de una ciudad caótica llevan este caos hasta las entrañas de los más recónditos lugares, matan la personalidad de los pueblos destruyendo edificaciones y estructuras que si fueran inteligentemente conservadas fueran otra fuente de ingresos para ellos, mantendrían una personalidad de su cuidad y no fueran el Frankenstein en que se están convirtiendo.


Qué pena que las autoridades de los pueblos y las demás autoridades del país no vean esto y que pena que los moradores de esos pueblos crean que modernidad y progreso sea destruir su patrimonio.

Imagen tomada del Blog:
http://ocoaporlanueva.blogspot.com/