Es indiscutible que la humanidad entera disfruta de que las chapas vibren, como bien lo evidencia la población mundial, siempre en aumento. Gustan en China y en la India, países que en conjunto tienen (al 2008) el 40% de la población mundial. Gustan en prácticamente todos los países, pues ninguno ha dejado de reproducirse y llenar la tierra.
Deben de gustar desde hace tiempo, pues nosotros los seres humanos nos servimos de distintas y diversas técnicas de baile que prácticamente sirven para todos los gustos posibles. Del ballet a la bachata, pasando por los funk styles norteamericanos y los derviches giratorios de Turquía, lo que sea que la Materialista hace en sus vídeos no es revolucionario en la historia de bailar, pero nos tiene a todos escandalizados porque... la intérprete (Yameiry Infante) canta con una voz como para llamarla BienVenida, en lugar de La Materialista... (si acaso se entendiese mi argumento).
El hecho es que el sencillo de la jóven intérprete (o de la intérprete jóven, en este caso particular es lo mismo) no deja a nadie impávido, y se ha convertido en el blanco de las críticas que no pudimos hacer a José José cuando en su momento amenazó con "voy a llenarte toda, toda lentamente y poco a poco..." (era con besos, pero por lo menos yo malicié otra cosa en algún momento); críticas de las que también se escapó Ana Belén en aquel derroche que en un golpe irracional agotó las reservas de los manantiales (¿fue agua lo que manó de tales fuentes?). Esas críticas que nunca se hicieron fue porque sentimos que los menores de edad estaban bien resguardados en toneladas de eufemismos que necesitaban de experiencias vividas para poder desentrañarlos, mientras que el dichoso videíto de Yameiry es mucho más directo, menos ambiguo. La idea es sencilla y por consiguiente fácil de entender, no demanda de quemar mucha glucosa en las neuronas grises.
Pero en realidad, el escándalo que causa apunta a un problema similar al que Norman Rockwell describió en 1964 con su pintura "The problem we all live with" (El problema con el cual todos vivimos). Yo mismo no sé si conozco el problema en toda su dimensión, y no soy la voz autorizada a describirlo. Pero hay un fallo serio si pretendemos delegar la educación de nuestros menores, o aspirar a que lenta y gradualmente, de los trece a los dieciocho, aprendan por dónde es que se le entra el agua al coco. La canción y su vídeo nos ponena a encarar realidades que nos son incómodas a algunos de nosotros, pero son cambios que llegan para quedarse. Podrán prohibirla en la televisión, podremos ponerle filtros en la casa al Youtube, y negarnos a discutir, pero los mozos y las mozas lo verán y lo disfrutarán en el Smartphone del amiguito.
Nota del Autor: (Leo Striddels)
Disclaimer: El autor (o sea, yo) aclaro que NO TENGO hijas adolescentes. El o la que entienda que esto me limita, me parcializa o me descalifica ejerce un derecho constitucional que me merece un profundo respeto.