martes, 31 de enero de 2017

Lágrimas de mi amiga La Profe



Si, volví al barrio y a diferencia de siempre, la calle estaba vacía, no me extrañó, ya la he visto así otras veces, mi amiga la Profe como siempre sentada en una silla plástica, me vio llegar y con su eterna sonrisa sincera en su regordete rostro, levantó su mano izquierda y la agitó para llamar mi atención, fui hasta allá y me dijo, -Siéntate, se paró de la silla plástica y sacó la otra silla que estaba dentro de la que ocupaba, nunca le rechazo tal ofrecimiento, la conozco.




-Oye, me dijo para que le preste toda la atención, Y tu amigo el "tecato", la miré fijamente, sabemos de quien hablaba. -Igualito, le dije, no sabe ni quién es y ahora anda por las calles, la otra vez le compré un pica pollo, me dijo que él está harto de comida, que le dé cuarto. -Oye eso, yo la otra vez también lo vi, y me partió el alma, nos miramos a los ojos, y desde ese día no he podido pasar bocado, no por el asco, sino por la pena.

¿Y que tú piensas hacer con tu hermano?, -le pregunté a quema ropa-, miró para todo los lados y por primera vez, su rostro se manchó de una gran tristeza, por sus mejillas abundantes, bajaron dos grandes lágrimas que detuvo cerrando fuertemente sus ojos y tomando aire, cuando se incorporó me dijo:

- Es verdad que la sangre pesa más que todo, pero yo lo voy a dejar, si no lo dejo, me arrastra con él, acabó con Mami, con Papi y con su familia, ese pendejo no va a acabar conmigo.

Yo que sé lo que ella ha vivido, no la juzgo ni la culpo.