-Oye, me dijo para que le preste toda la atención, Y tu amigo el "tecato", la miré fijamente, sabemos de quien hablaba. -Igualito, le dije, no sabe ni quién es y ahora anda por las calles, la otra vez le compré un pica pollo, me dijo que él está harto de comida, que le dé cuarto. -Oye eso, yo la otra vez también lo vi, y me partió el alma, nos miramos a los ojos, y desde ese día no he podido pasar bocado, no por el asco, sino por la pena.
¿Y que tú piensas hacer con tu hermano?, -le pregunté a quema ropa-, miró para todo los lados y por primera vez, su rostro se manchó de una gran tristeza, por sus mejillas abundantes, bajaron dos grandes lágrimas que detuvo cerrando fuertemente sus ojos y tomando aire, cuando se incorporó me dijo:
- Es verdad que la sangre pesa más que todo, pero yo lo voy a dejar, si no lo dejo, me arrastra con él, acabó con Mami, con Papi y con su familia, ese pendejo no va a acabar conmigo.
Yo que sé lo que ella ha vivido, no la juzgo ni la culpo.