Por Jesús W. Del Carpio Santana (Chucho)
Desde muy pequeño respondí al nombre de Chucho. Me imagino en la casa de la calle Altagracia #56, en Higüey, reaccionando al grito: “Chucho, desencarámate de ahí, muchacho, que te vas a romper la crisma”.
Al menos seis años debía tener cuando me di cuenta que Chucho era sólo un apodo y que mi nombre verdadero era Jesús Del Carpio. Mi hermano Wellington acostumbraba a provocarme apuntando con su dedo índice la hebilla de mi correa de cuero con las siglas JC, y me preguntaba: “Chucho, ¿qué dice ahí?”. Muy orgulloso de tener la respuesta, sacaba aire de mis pulmones, lo filtraba a través de la rendija que se hacía entre mi lengua y mi encía, que le faltaban los cuatro peloteros*, y respondía: Jezuzz Carpio.
Lo de Carpio llegó a mí a través de un hombre de mucha fe, vocación de servicio, capacidad de trabajo y nobles principios, Don Lalo Carpio. Tiempo después supe que me correspondía también llevar el apellido de mi madre: Santana. Con orgullo he llevado la marca y genes de mujer tan trabajadora, de extrema sencillez, correcta, responsable y notable humildad, Doña Bertha. Tener un nombre ya no era tan sencillo como antes, pues pasaba a ser Jesús Del Carpio Santana, de apodo Chucho.
Ese asunto de cargar cada vez con más nombres se me hizo cuesta arriba cuando, siendo niño aún, tomé conciencia de que había otro más que me identificaba. (Antes de mencionarlo, la grandeza de ese nombre merece que usted instale en su mente el sonido in crescendo, incisivo y taladrante que en la película Psycho acompaña escenas de extremo suspenso -Cui-cui-cui-cui-, escúchelo en https://youtu.be/1Wb6ooCrdHY). Esta otra etiqueta no es nada más y nada menos que: Waldeltrudis. Sí, leyó bien: WAL-DEL-TRU-DIS.
Las reacciones de la gente al escucharlo son variopintas. Cuando mis hijos se enteraron de ese nombre, cayeron en trance, pensativos, les noté la mirada perdida por unos segundos; de repente irrumpieron en carcajadas constantes, burlonas y estrepitosas que no pararon hasta que les di un boche. ¡Qué amenos son esos muchachos! ¡Cuán sinceros pueden llegar a ser esos niños, eh! (Léase con la sonrisa fingida de quien quiere amablemente “arrancarle” la cabeza a un tiguerito jodòn).
Por años ignoré su origen, y a todo el que lo preguntaba le lanzaba mi coartada: que era de origen alemán y que se pronunciaba “valdeltrudis”. Un invento mío, usted sabe, para salir del atolladero. A mis 24 le puse la mano a Internet por primera vez, y al buscar el nombrecito me quedé esperando la respuesta. Hubo años en los que hice búsquedas sin éxito, hasta que a mis 42 Google hizo su magia y me entregó una caterva de información.
¡Weee, sorpresa! Los años de incógnita habían llegado a feliz término, y pude finalmente echar a un lado mis teorías de conspiración sobre su origen. Resulta y viene a ser que el Waldeltrudis ese que he llevado a cuestas no es más que el nombre de una abadesa* del siglo 7, pues nació en el año 640 y murió el 9 de abril del 688. O sea, que el día de su muerte es también mi día de nacimiento y mi onomástico. Por si acaso lo está pensando, no tengo evidencia de que mi padre lo haya tomado del “Almanaque Pintoresco de Bristol”.
A la señora se le conocían más nombres que’l carajo: Sainte Waudru (en francés), Sint Waldetrudis o Waltrudis (en holandés), Saint Waltrude (en inglés) y Valdetrudis (en español). Por vainas de la vida me pusieron el holandés y para complicar más la pejiguera, el secretario del Oficial del Estado Civil le metió una ele (L) en el medio, como si no fuera suficiente agravio el sólo hecho de elegirlo. En vez de escribir Waldetrudis, asentó Waldeltrudis en su libro de actas, quedando yo sentenciado legalmente in saecula saeculorum a sentir la incomodidad de la cosa intolerablemente injusta e irrevocablemente estampada.
Ese 9 de abril del 1971 en que nací fue viernes santo. Razón por la cual Doña Dioselina Soto, a quien frecuentemente compraba leche fresca en mi natal Higüey, solía decirme que moriría de viejo. Según ella, un huevo puesto viernes santo se arruga con el tiempo en vez de podrirse. Me salí del tema, ¡volvamo’ al mambo! O sea, acabo de caer en la cuenta de que mis nombres son doblemente católicos y fúnebres: Jesús por nacer el día que se conmemora la pasión y muerte de Jesucristo, y Waldeltrudis por la muerte de la santa.
Mi enllave la santa es patrona de la ciudad de Mons, provincia Henao, Bélgica, donde formó un convento alrededor del cual creció el pueblo. Incluso, una iglesia medieval en esa ciudad lleva su nombre. Eso me da la sensación de que ante cualquier otra coincidencia con el santoral, pudieron haberme llamado Jesús María (con su basílica en Higüey) o Jesús Mercedes (con su respectiva iglesia en Santo Domingo). También caigo en la cuenta de que me ponen el nombre de la patrona de una ciudad belga y nazco en Higüey, pueblo del que María es la patrona. ¡Entre santas me veo!
A pesar de ser un nombre feo para cualquier latinoamericano, últimamente me está resultando muy útil para diferenciarme de los tantos Jesús Del Carpio que hay en este mundo “internetizado”. Después que agregué la “W” a mi cuenta de correo electrónico, he recibido menos correos de las desesperadas pacientes del doctor peruano “J. Del Carpio", a quienes ya he tenido que declinar unas cuantas solicitudes de papanicolaou, consultas sobre flujos vaginales, dolores pélvicos, descensos genitales, etc.
Además, la etimología del nombrecito puede resultar honorable si se interpreta como “gobierno fiel”, pues “Wald” significa gobierno y “trud” fiel. Mejor no me meto en el tema de gobiernos porque el nombre podría oler a podrido. Prefiero dejar esto donde está y agradecer el haberme topetado con datos que satisficieron una necesidad tan banal como conocer el origen de mi nombre. Tan agradecido estoy, que hasta le cogí cariño al nombrecito.
Jesús WAL-DEL-TRU-DIS Del Carpio Santana, Chucho.
* Glosario
* Abadesa: mujer que desempeña el cargo de "superiora" en una comunidad religiosa cristiana que cuenta con, al menos, doce monjas.
* Pelotero: nombre jocoso que se le da en República Dominicana a los cuatro dientes incisivos superiores, supongo que por compararlos con los cuatro peloteros que están en la primera fila defensiva en los juegos de béisbol.