Teníamos muchos cumpleaños pasados e ignorados, no porque no eran
importantes sino porque no eran trascendentes como esos que marcan etapas, 15,
20, 30 y esos 40 que marcan de una u otra forma la vida de una persona, no me
dijo cuántos son, no me interesa, pero si me dijo que me quería en su fiesta y
como la conozco sé que algunas invitaciones son como renovar los votos, si
faltaste algo dejaste morir y pasas al Inframundo de los conocidos, a ese
círculo público de los amigos, pero no de los hermanos, así lo pensé y le dije,
-Claro, allí estaré.
Llego el viernes y pasó lo que temía, la fiesta de cumpleaños de mi amiga la profe no era una reunión de amigos cercanos, era todo un evento en la calle más tranquila del barrio que los viernes y luego de las 5:00 se convierte en una especie de carnaval barrial de pechos brillantes y perfumados, pantalones apretados, pasolas pimpeadas, gorras de los Yanquis, falsificaciones de Conocidos diseñadores, humo de Huka, motor calibrado, carros con música alta, cervezas en mano y salsa, merengue, bachata y mucho reguetón, más del que soportan mis oídos, menos del que quisieran oír los gozosos asistentes a la fiesta de mi amiga la profe.
A mi llegada ella no estaba pero pude distinguir un par de conocidos en una mesa decorada, ellos en su mejor gala, Moreta, Tilapia, Nando, el teniente y un par más, me acerqué y me ofrecieron gentilmente una silla, nos saludamos y antes de que pudiera vocear, no se puede hablar tranquilo en esos lugares, puse sobre la mesa mi regalo, me acomodé entre ellos y unos minutos más tardes un aplauso de todos recibía a mi amiga la profe, entraba por la puerta como siempre, con una brillante sonrisa en su regordete y hoy maquillado rostro, agitando su mano y recibiendo el cariño de todos, la felicidad tiene cara de abrazos y la vi feliz, su alegría crecía con cada abrazo, me levante a saludarle y también le di un abrazo, sincero de hermano y de amigo.
Bachata, salsa, merengue y reguetón, el ciclo se repetía y en un momento no sabía cómo salir del círculo infinito de altos decibeles.
Llego el viernes y pasó lo que temía, la fiesta de cumpleaños de mi amiga la profe no era una reunión de amigos cercanos, era todo un evento en la calle más tranquila del barrio que los viernes y luego de las 5:00 se convierte en una especie de carnaval barrial de pechos brillantes y perfumados, pantalones apretados, pasolas pimpeadas, gorras de los Yanquis, falsificaciones de Conocidos diseñadores, humo de Huka, motor calibrado, carros con música alta, cervezas en mano y salsa, merengue, bachata y mucho reguetón, más del que soportan mis oídos, menos del que quisieran oír los gozosos asistentes a la fiesta de mi amiga la profe.
A mi llegada ella no estaba pero pude distinguir un par de conocidos en una mesa decorada, ellos en su mejor gala, Moreta, Tilapia, Nando, el teniente y un par más, me acerqué y me ofrecieron gentilmente una silla, nos saludamos y antes de que pudiera vocear, no se puede hablar tranquilo en esos lugares, puse sobre la mesa mi regalo, me acomodé entre ellos y unos minutos más tardes un aplauso de todos recibía a mi amiga la profe, entraba por la puerta como siempre, con una brillante sonrisa en su regordete y hoy maquillado rostro, agitando su mano y recibiendo el cariño de todos, la felicidad tiene cara de abrazos y la vi feliz, su alegría crecía con cada abrazo, me levante a saludarle y también le di un abrazo, sincero de hermano y de amigo.
Bachata, salsa, merengue y reguetón, el ciclo se repetía y en un momento no sabía cómo salir del círculo infinito de altos decibeles.
Las luces centellearon y una bandeja iluminada con una vela Romana y botellas de Champán llegaron a nuestra mesa, los altavoces sonaban con feliz cumpleaños y el DJ, felicitaba a mi amiga la profe como la tremenda persona que es en su barrio y donde quiera que pise, y le dedicaba una de sus Salsas favoritas, a la mitad la música fue interrumpida por un reguetón y otra bandeja con velas y Wiski pero para la mesa de según ella, “Los Capos”, los aplausos y risas empezaron, luego de que el reguetón fue detenido y otra bandeja con una vela y champán fue a la mesa de mi amiga la profe, La Salsa continuó en el mismo punto, un par de salsas más y la bandeja volvió a la mesa de “Los Capos”, reanudando el reguetón, así pasó un par de veces y el provocativo ritual de demostrar poder continuo un par de veces, mi preocupación aumentaba con cada botella de Champán a la mesa de mi amiga la profe, un par de mesas hacían lo mismo pero noté la competencia con la mesa de “Los Capos” y sensatamente decidí marcharme mi nivel de tolerancia al ruido y a la presión de una posible riña habían sido superada, al levantarme mi amiga la profe me acompañó a mi vehículo para despedirme y le referí el incidente y que gastar en una discoteca para competir con un grupo que se hace llamar “Los Capos” no es nada inteligente.
Nuevamente mi amiga la Profe me dejo en una pieza, con una carcajada su
argumento fue este, -Y de que cuartos tú me hablas, todas esas botellas son un
regalo de mi amigo el dueño del bar, esos palomos quieren competir, ellos
compran una bandeja en siete mil pesos y mi amigo del bar les tumba su reguetón
y me envía una botella a mi mesa para que ellos tengan que comprar otra, en
tres botellas mi amigo gasta 600 pesos y ellos gastan veintiún mil, yo los
pongo a gastar y mi cumpleaños sale gratis, además dime tu, quien se atreve a
meterse conmigo y en mi barrio, yo soy la profe mijo.