jueves, 29 de diciembre de 2016

La Navidad en la calle de mi amiga la Profe


Desde dentro del carro, la calle se veía linda, estaba adornada casi completa, los paloelu, los frentes, los contenes pintados en franjas de colores, nada que ver con lo que dictan las normas del ayuntamiento, la loma de tierra ya no estaba y se veía más amplia, claro, estaba limpia y habían botado esa basura eterna que le da la personalidad de calle de barrio; al salir la magia continuo y la música navideña con medio grado Celsius menos, hacían de la calle un lugar especial, solo manchada por la casita de madera de Don Pancho, está vieja, sin pintar y la puerta está dañada, pero también tiene bombillitos.

Llegué a la casa de mi amiga la Profe y como siempre ella me recibió con esa sonrisa sincera dibujada en su regordete rostro, la noté, tenía el pelo arreglado y ropa que me pareció nueva, -Dímelo muchacho, viniste a visitar a tu gente, me preguntó, -Tu sabes que tengo poca gente aquí, de los viejos amigos, los que no están presos, algunos están muertos y otros... me interrumpió prosiguiendo,

-Viven fuera y son profesionales como tú, no veas solo lo malo.

Es verdad, te acuerdas de Franklin y de Julián, esos están muy bien, le dije para autocorregirme, antes de que empezáramos a hablar llegó un muchacho y después de un saludo tímido, le entregó a mi amiga la Profe una funda negra, que ella puso debajo de la silla plástica.

Destapamos la acostumbrada cerveza, que siempre pago, y ambos levantamos el vaso en un mecánico brindis, tomamos un trago y antes de terminar el primer vaso, llegó Tilapia y le entregó otra funda negra, la miré y tomó la cerveza para rellenar los vasos, en ese instante llegó Niño, un muchacho que se dedicar a limpiar vidrios y le entregó una funda blanca con varias cajas pequeñas dentro, eran luces de navidad, ella sonrió y me miró, al mismo tiempo que le decía a Niño, -Con estas completamos, Niño se fue sonriendo y cuando miré a mi amiga me dijo, -Es que yo estoy recibiendo los bombillitos de la gente para decorar la calle, ¡como estoy de vacaciones....!, al tiempo que con un ademan amable se encogía de hombros.

Y todos han aportado algo?, le pregunté, -Bueno, casi todos, pero como sea vamos a poner la calle bonita, algunos ayudan, otros miran y ya, pero al final lo que importa es lo que se hace con lo poco que hay.

Me sentí motivado pero no quise sentirme mezquino dejando solo dinero, así que hablé con Tilapia y Moreta, compré pintura y pintamos la casita de Don Pancho.

Imagen tomada de: https://centroleon.org.do/cl/noticias-cl/897-mi-barrio-esta-en-navidad-2005

jueves, 22 de diciembre de 2016

Santo Domingo También soy tu hijo


Así como los demás nacido bajo tu cielo, por mis venas corre tu sangre, corre a la misma temperatura que la de tus otros hijos y aunque a veces pareces un padre irresponsable, ausente, dejado e indiferente, te quiero, te acepto y como cualquier hijo, hago todo lo que está a mi alcance para que te sientas orgulloso de mi, nací en el seno de una madre olvidada que es ese barrio que nadie visita y que tus hijos, los políticos y por como los tratas tus favoritos, nunca han mirado hacia allá.

En mi infancia sabía que eras mi padre, no te importaba que fuera a marotear los jardines de los barrios ricos y de ti tengo gratos recuerdos, olores, colores y razones para que permanezcas en mi memoria por siempre como un padre que me brindó recuerdos y que amargamente, no sé si por mi mal comportamiento o porque ya no me querías fuiste retirando de mi vida y de tu vida y hoy aunque tienes el mismo vigor de siempre, veo que me das la espalda, pero yo soy tu hijo, me viste crecer, entre tus calles conocí de la vida, he amado, sufrido y he forjado mi carácter entorno a ti, que ha pasado Mi Santo Domingo querido, acaso te avergüenzo?, me crees un bastardo, no lo soy mi ciudad querida.

Soy un ciudadano, nombre por el cual llamas a tus hijos legítimos, que cumple con sus obligaciones y no te pone en vergüenza, te conozco padre, he estudiado tu historia, tus origines, tus heridas, tus logros, tus secretos más oscuros, las alhajas que te adornan, todo lo conozco mi ciudad querida y de cada uno me siento al hilo del sentimiento, pero aunque conozco todo eso creo que no conozco el porque me rechazas de esa forma.

¿Por qué insistes en que mis hermanos no les importe que cumplo con tus órdenes y tu nada les dice?
¿Por qué mis hermanos te escupen en la calle, perdón, en la cara y no te importa?
¿Por qué invaden tus espacios convirtiéndolos en talleres y tú no le dices nada?
¿Por qué tus monumentos los vuelven escondrijos de ladrones y prostitutas?
¿Por qué desobedecen tus lugares de construcción, vuelven viveros tus parques?
¿Por qué no dices nada cuando tus hijos, toman las aceras para convertirlas en mercado sucios para dejarme sin lugar para transitar?

Tengo demasiadas preguntas Santo Domingo, he crecido, me he hecho un hombre, estoy llegando a viejo y no veo en ti ni una muestra de cariño hacia mí, no sé porque me odias, yo nunca te odiaré, nunca te deshonraré y siempre aunque a ti no te importe, me voy a comportar como un buen hijo.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

El carro de mi amiga la Profe


“Tengo muchas cosas nuevas que contar”, así con esa misma frase me recibió en la acera de su casa, o mejor dicho su pre-sala mi amiga la profe, en su regordete rostro que por cierto siempre refleja una sonrisa sincera, se notaba además de esa alegría una gran satisfacción, Ah sí, le dije contagiado de su alegría, cuéntame seguí diciendo.

-Mira ‘pa allá, mientras señalaba un vehículo compacto aparentemente en muy buenas condiciones, lo noté de inmediato y entendí el accesorio adicional en la sonrisa. --Uepaaaa!, te montaste, le dije al momento que me pasaba la llave, nuestra forma de decir me alegra que te alegres por mí, la tome y caminamos hasta el carro, lo encendimos y comprobé que había hecho una buena compra y me dijo, vamos a darle una vuelta, le dije OK al momento que le devolvía la llave y me dijo, con una gran sonrisa, pero tú estás loco yo no sé manejar, ven para que me enseñes.

Mi corazón latió más rápido de lo normal, ya estaba metido en el lio y no tenía forma de escapar, buscando todos los medios para abandonar la misión le dije, y tu licencia, no se puede manejar y mucho menos aprender sin licencia, me abrió la puerta del chofer, me tomó por el brazo y sentí un amistoso y leve empujón hacia el asiento del chofer, luego ella apuró el paso al asiento del pasajero y una vez dentro los dos del carro me dijo: -Que licencia ni licencia, eso Moreta me lo trae la semana que viene, ya le pagué, y además tu sabes que mi hermano es policía y aquí en el barrio yo soy la profe, quien me va a preguntar por licencia, coge para la 36, que está más vacía para que me enseñe.

Dios nos guarde, pensé mientras le decía cuál es la emergencia y donde está el pedal del freno.