
Por Leonardo Striddels
Dic. 2017
Conozco a Rafael Sánchez desde el año 2005, desde julio, para ser exactos, y posteriormente a su padre con quien he entablado amistad y a quien llamaremos Sánchez para el beneficio de este relato, hablar con uno y otro confunde mis sentidos al punto que me parece que las últimas ocasiones que me ha tocado verlos me he hecho testigo del singular envejecimiento de Rafa y del especial rejuvenecimiento de Sanchez, en tan poco tiempo, tan sólo en doce años.
El envejecimiento es cosa natural de la vida y realmente no sorprende a nadie que Rafa se ponga viejo, pero el tema más ha sido no tanto que se haya puesto todo viejo en doce años, es más que la vejez de Rafa ha hecho que se destaquen sus cualidades más esenciales resaltadas en la juvenil vitalidad de su padre.
Así las cosas, las convicciones de Rafa se han vuelto elementales y destacan por su propio carácter. Cuando conocí a Rafa en el 2005 me destacó su manera sencilla y directa de abordar gente y computadoras, sus valores allí, en forma de la foto familiar de sus pequeños Wenibel y Kael; y los atributos de la modernidad en forma del celular y otros pocos gadgets que ya no recuerdo.
¿Pero como ha envejecido?, de una forma que igual parece ha rejuvenecido otra persona, tan diferente y tan parecida que aveces en el disfrute de una conversación mis sentidos me sorprenden identificando si es el uno u el otro, y así hoy en día el celular sigue presente, pero distante, pues ahora la escena la domina una omnipresente máquina de coser, desde donde Sanchez destila una sabiduría concentrada en hilo, agujas, un dedal de bronce y la paciente destreza de quien ha manipulado muchas telas, tanto antier como ayer como hoy mismo.
Sigue enorgullecido de sus hijos, del joven envejeciente Rafael, que es ingeniero y padre de sus dos nietos, y del que por lo general hablamos. En tan solo doce años la vejez que le ha venido encima a Rafa hace que predomine un caracter honesto, vital, perennemente interesado en la actualidad social y permeado por valores y otros intangibles éticos que buscan la justicia y el bien desde el asiento de madera tras la costurera mecánica.
Y es ahí donde me confunden mis sentidos, al ver a ese Rafa de espaldas, entre el uno y el otro, es casi como esos benditos doce años no hubiesen pasado y lo viese concentrado en su escritorio, la vista fija en el laptop con postura algo tensa mientras le bregaba al Windows Server buscando desentrañar sus secretos.
Y en tan solo doce años Rafa ha acumulado décadas de sabiduría, no hay tema de costura, de ropa, de moda que no sepa, sus comentarios sobre esos aspectos triviales de la ropa y las costuras iluminan cada vez más el por qué las prendas de vestir tienen esto y aquello, que antes parecían adornos y ahora resultan ser gadgets de la costura, elementos que una vez demistificados se entiende que están presentes en la ropa porque llevan un cometido interesante en mayor o menor medida.
Yo creo que a Rafa le tomó más de doce años en llegar a ser un excelente conversador, una de las características que más aprecio de él, las primeras exposiciones comenzaron con la experiencia laboral, que en algún momento tocaron una estadía feliz en el Perú, feliz porque tanto disfrute culinario recordado en el paso del tiempo han dejado un deseo -hasta hoy insatisfecho- de hacer turismo culinario por esa tierra en el sur; y si bien ahora nuestras conversaciones ya no tocan temas de comida, sigue entreteniendome con planteamientos que evidencian una vida llena de pasiones, deberes llevados a cabalidad y una lucidez que acrecienta por días, la misma que doce años atrás lo llevó al proyecto e-Nation y que hoy disparan el interés por la actualidad política del mundo: Venezuela, Trump, Catalunya, todos los temas se tocan. No puedo negar que a veces cedo a mi vicio de orgullo y trato de monopolizar la conversación, Rafa de manera cortés, cordial, me escucha con detenimiento, ilustra mis saberes, y corrige mi ignorancia de forma indirecta, utilizando el relato vivencial y expresando las cosas como realmente fueron y no como las escribieron. Es posible que desde que Rafa escribió e-Nation al día de hoy su estilo mutó del relato fantástico al mesurado análisis político.
Sánchez, como todo el mundo, ha conocido los sinsabores, No de sus hijos, al principio él pensaba que el pequeño Rafa le iba a salir radiotécnico, pero es uno más de sus motivos de orgullo, es que amén de ser compañero fiel de su esposa en la alegría y la dificultad, también se ha visto amenazado en su integridad física cuando en una intentona criminal unos antisociales que vieron en su cabeza coronada de canas a una víctima fácil perpetraron un ataque persveso en el cual gracias a Dios no sucumbió y su salud sigue buena, para regocijo de su familia y amigos, igual que la de Rafa cuando once años atrás una torpe y negligente guagua Hiundai alevosamente casi le quita la vida.
Y es así que cada sábado, cuando llevo la ropa al negocio de su hijo, busco nutrirme de una amistad que en doce años se me ha brindado con calidez, estima, respeto, entusiasmo y dedicación.
Quisiera envejecer así, aunque doce años sean muy poco tiempo para volverse anciano, como Rafa y joven igual que Sanchez.
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