En el mismo momento en que Frances
cruzaba la calle detuve el momento para atender el teléfono, era mi hermana
para que me sentara a la mesa. “Nos vemos mas tarde Frances, eso pensé”. El
almuerzo fue bueno, en la mesa nos reímos un poco y luego de hablar sobre todo,
aproveché para retornar al punto y seguido en que me había quedado y permitirle
a Frances terminar su travesía de poco menos de diez metros que duró una hora y
media en completarse, cuando finalmente cruzó la calle, se sentó a conversar
con Jake en “Le Café Select” de la Montparnasse, empezó a contarle lo que su
intuición de mujer inteligente le decía y yo me sorprendía de que tuviera
tantos detalles de la situación, aunque también pensé: “como no ha de tenerlos
si ella es quién esta sufriendo en carne viva el infierno”. La conversación
nuevamente fue interrumpida los por chicos que querían ver Nickelodeon.
Frances, tuvo que esperar a que apareciera un mejor lugar en donde desahogar
sus penas, por eso decidimos hablar mas tarde y reanudar la conversación
exactamente en el mismo punto en que la dejamos, algo tan importante no podía
seguir postergándose, debía ser terminado y yo quería saber que le pasaba. Frances
tenía que ser escuchada por eso decidimos juntarnos mas tarde para continuar
con la charla y justamente a las seis y diecisiete continuó contándome lo que
había iniciado. Aparentemente el viaje a Nueva York de Robert fue lo que
provocó en él ver otros horizontes y cambiar su actitud hacia ella. Jake, la
escuchaba y yo los observaba, luego de contarnos sus penas, retornó y cruzó la
calle nuevamente, también le dijo a Jake que no le comentara nada a Robert, que
nos estaba esperando del otro lado de la calle. Cuando llegamos a donde estaba
Robert, me entere que Frances, se marcharía para Londres, fue en ese mismo
momento cuando tuve que pedirles que me excusaran para atender a mi esposa que
me preguntaba sobre algo en una revista, luego de responderle continué con
Frances, Robert y Jake, Frances terminó de desahogarse y decirle a Robert lo
que sentía y pensaba, también aprovechó la ocasión para comprometerlo a que le
diera mil francos mas de los mil que habían acordado para su viaje a Londres y
yo tuve que postergar la conversación nuevamente para llevar a mi madre que me
esperaba hacia un buen rato.
No es tan fácil leer en medio de todo
mundo, creo que si me lo permiten hoy terminaré el capitulo VIII de la novela
de Hemingway, “The Sun Also Rises”.
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